Llegar a la ciudad de Copacabana (Bolivia) por estos días se convierte en una odisea. Desde todas partes del mundo, miles de fieles se embarcan en la aventura guiados por su fe a la virgen, considerada la Patrona Boliviana.

En los días previos y más aún hoy 5 de agosto que es el día central, los peregrinos llegan hasta diferentes puntos de la ciudad a hacer conocer sus plegarias, además de suplicios porque todo salga mejor. Así es, vienen desde todas partes del mundo.

EL PEREGRINAJE. A partir de esta manifestación de fe que es ya una tradición, es natural ver cientos de vehículos que literalmente hacen cola a lo largo de la avenida que une la ciudad peruana de Yunguyo, con la localidad fronteriza de Kasani.

En este lugar el negocio de ofrendas para la virgen es un negocio monumental, no hay pierde. En el lado boliviano el panorama es el mismo.

Desde cualquier punto del mundo, el recorrido es el que menos cuenta, en esta travesía no hay diferencias ni de distancia ni de edades, ni de razas.

LA HISTORIA. Esta advocación a María se celebra en diferentes partes del mundo, pero es en Bolivia donde la festividad o celebración tiene su mayor cantidad de feligreses, pues se podría decir que esta nación es exclusivamente devota de la virgen de Copacabana.

En 1580, los grupos aborígenes que hacían vida en Copacabana tenían muy arraigadas sus costumbres y la veneración de sus propios dioses. Sin embargo, debido a que no les iba bien con sus cosechas, además de otros acontecimientos infortunados, decidieron buscar la guía de Dios.

Así fue Anansayas y los Urinsayas, decidieron crear una cofradía y ponerla bajo la veneración de la virgen de la Candelaria. Sin embargo, el otro grupo pensaba dedicar la cofradía a San Sebastián. De esta manera, ninguno de los dos grupos se puso de acuerdo.

Fue, sin embargo, un antepasado del linaje de los Incas, Tito Yupanqui, quien pensó en que se debía hacer una imagen de la virgen, y luego trasladarla al pueblo. De esta forma, pensó él, sería más fácil establecer la cofradía. Pero resulta que Tito Yupanqui solo era un escultor aficionado, y no tenía tantos conocimientos sobre el tallado de madera.

Así que comenzó a trabajar junto con su hermano la imagen de la virgen, y la hicieron en arcilla. La imagen que resultó de este trabajo fue puesta en el altar de la iglesia por el Padre que estaba allí, llamado Antonio Almedia.

Este en realidad es un diminuto extracto de la historia que acompaña el crecimiento de la manifestación de fe, la virgen llegó un buen día a Copacabana y allí se quedó hasta nuestros días.

Fuente: Correo