En una importante entrevista sostenida por la Decana con el ex Procurador Anticorrupción del País, Julio César Arbizú, refiriéndose al tema de la corrupción en el país, advirtió lo que la mayoría de la población peruana conoce, que el Congreso de la república no es más que un espacio de representación de la confluencia de organizaciones criminales.
Es por eso que el poder legislativo ha abdicado su función de representar al pueblo, para representar a intereses particulares, básicamente de instituciones criminales, por lo tanto, no se puede confiar en ese poder del estado, por eso se tiene que evaluar la acción de la procuraduría anticorrupción a nivel regional, haciendo un análisis de la forma de combatir la corrupción.
El ex funcionario dijo que no se conoce de manera amplia cual es el nivel de corrupción que se produce en las regiones, porque para adoptar una estrategia es necesario conocer lo que tenemos y donde estamos parados, no existe un informe de la procuraduría nacional respecto a la modalidad, por lo tanto, no se pueden establecer las armas para combatirla.
Respecto al comportamiento de la ciudadanía frente a la corrupción, Arbizú señalo que la población tiene un arma fundamental, que es el ejercicio de la transparencia y acceso a la información pública, la que se debe conocer para identificar los focos de corrupción y poder combatirlos a través de estrategias que en el momento se extrañan, haciendo hincapié en la labor del periodismo de investigación, al margen de los grupos poderosos que manejan la información.
Respecto a la inquietud de conocer la opinión del ex procurador sobre si el gobierno nacional está involucrado en la corrupción, este manifestó que lamentablemente el profesor Castillo es víctima de un ataque permanente, de buscar la vacancia, incluso antes de juramentar como presidente, frente a una organización que lo ha mantenido entre las cuerdas.
Por otro lado, admitió que el gobierno ha incurrido en una serie de errores, que lejos de enfrentar a la oposición destructiva, ha permitido desprestigiar su actuación, con nombramientos inadecuados, decisiones no comprensibles respecto al cambio por el que se inclinó la población y otros que dificultan la gestión.