El vasto y diverso patrimonio cultural de Puno tiene en la danza a una de sus más excelsas expresiones artísticas populares que le han merecido, con justicia, el reconocimiento como “Capital del folclor peruano”. Son más de 350 los bailes típicos de esta región que amalgaman tradiciones ancestrales y mestizaje, y que son interpretados con júbilo, colorido y sentimiento desbordantes.
De este total de expresiones, 27 danzas típicas han obtenido hasta ahora la distinción como Patrimonio Cultural de la Nación, volviendo a colocar a Puno como la región líder en danzas que han logrado este importante reconocimiento que otorga el Estado peruano.
Las danzas de Puno se exhiben, especialmente, durante la celebración de la festividad en honor de la Virgen de la Candelaria, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, el 27 de noviembre de 2014. A propósito de la celebración del 356 aniversario de la fundación española de la ciudad de Puno, conoce las danzas emblemáticas que evidencian por qué es reconocida esta región como la “Capital folclórica del Perú”.
Diablada
Reconocida el 16 de setiembre de este año, la Diablada puneña es una expresión del sincretismo religioso andino-cristiano que representa la lucha entre el bien y el mal. Su origen se remonta a 1577, cuando los jesuitas se establecieron en Juli, actual capital de la provincia de Chucuito, donde en los días festivos cristianos se presentaban comedias y autos sacramentales. A través de estas manifestaciones teatrales los misioneros jesuitas enseñaron al pueblo aimara los siete pecados capitales a modo de danza, y cómo los ángeles vencen a los demonios. Esta es una de las danzas emblemáticas de la festividad en honor a la Virgen de la Candelaria.
La resolución que la reconoce como Patrimonio Cultural de la Nación considera la importancia que esta expresión ocupa en la identidad festiva y religiosa de la población mestiza y urbana de Puno, siendo reconocida como una de las más destacadas exponentes de la riqueza cultural del departamento.
Se la distingue también por ser las agrupaciones de portadores y ejecutantes de la Diablada Puneña espacios de fortalecimiento de la identidad regional y de afirmación intergeneracional de los vínculos familiares y barriales. Además, en virtud al hecho que la Diablada Puneña es, desde sus orígenes, un espacio de convivencia e intercambio cultural, que expresa a través de su estética y ritualidad las diversas herencias indígena, ibérica y africana que conviven y dan sentido a la realidad multicultural, mestiza y globalizada del Perú contemporáneo.
Morenada, Rey Moreno y Rey Caporal
Esta danza, interpretada especialmente durante la festividad en honor de la Virgen de la Candelaria, surgió a partir de la imaginación del poblador andino que, bajo influencia española, representó en múltiples expresiones coreográficas a las poblaciones de origen africano. Aunque la población de origen africano tuvo mayor presencia en la costa, las danzas que representan a este nuevo estrato social y étnico se hicieron muy populares en la región andina, mezclándose con los motivos de las danzas de origen español en las que se representaba al pagano y al converso, de imagen exótica y visualmente barroca, combinando las referencias a la servidumbre y esclavitud con las de lujo y vistosidad del pagano, con el uso de máscaras, trajes muy decorados y una coreografía elegante.
En norma que oficializa su reconocimiento como Patrimonio Cultural de la Nación, el 7 de mayo de 2021, se considera la importancia de la danza para la identidad cultural, festiva y religiosa de la población mestiza y urbana de la región Puno, siendo reconocida como una de las “embajadoras” de la cultura artística de Puno, así como por ser las asociaciones de Morenadas espacios de reafirmación de la identidad colectiva que aportan en el fortalecimiento de los vínculos familiares y barriales, al tiempo que reproducen la dinámica social y cultural de las ciudades puneñas contemporáneas.
Llameritos de Cantería
Reconocida como Patrimonio Cultural de la Nación, el 15 de octubre de 2020, esta danza originaria del distrito y provincia de Lampa, es una expresión original y compleja en la que se representa la ganadería tradicional de camélidos, y que reproduce a través de una coreografía, vestimenta y música particulares una visión del espacio andino y de la relación del poblador con su medio, constituyéndose hoy como una manifestación cultural representativa de la comunidad campesina de Cantería.
Hach’akallas de Usicayos
Originaria del distrito de Usicayos, en la provincia de Carabaya, esta danza fue reconocida el 13 de julio de 2020 por constituir una expresión ritual de agradecimiento por la fertilidad del cultivo de la papa, así como un acto propiciatorio para la abundancia de las cosechas profundamente entrelazado con el ciclo agrícola y el calendario festivo de la zona, y que es también un símbolo de identidad para toda la población del distrito.
Hach’akallas de Oruro
El Ministerio de Cultura declaró, el 25 de junio de 2020, Patrimonio Cultural de la Nación a esta danza originaria de la comunidad campesina de Oruro, ubicada en el distrito de Crucero, provincia de Carabaya, por constituir una expresión cultural que evoca el trasfondo histórico de la zona, marcado por la constante búsqueda del control territorial y la presencia del grupo étnico de los kallawaya, así como por tratarse de un mecanismo ritual de intermediación con las divinidades tutelares.
Unucajas
Declarada Patrimonio Cultural de la Nación, el 14 de noviembre de 2019, esta danza originaria de la provincia de Azángaro, constituye una danza de carnaval cuyo valor a nivel identitario está inscrito en la historia de lucha y resistencia cultural del pueblo Azángaro, cuya representación está profundamente asociada con la renovación del ciclo vital a nivel social y agrícola, y que su actual diferenciación con relación a otras danzas de carnavales responde a un proceso de fortalecimiento de la identidad local.
Chunchos de Esquilaya
Originaria del distrito de Ayapata, en la provincia de Carabaya, esta danza fue declarada Patrimonio de la Nación, el 8 de julio de 2019, por tratarse de una manifestación que representa la resistencia de la población ante los invasores, muestra la importancia de los conocimientos relacionados a la textilería y del intercambio entre las poblaciones para la localidad desde la época prehispánica, reflejando la estrecha relación de la población con su entorno, lo cual permite salvaguardar y afianzar la historia e identidad local.
Qhapero
Esta danza surgida en la provincia de San Antonio de Putina fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación, el 18 de diciembre de 2018, por evidenciar la interacción entre una estructura de poder colonial y republicana y la continuidad del sistema de organización indígena, expresado en el mantenimiento de los ayllus y la ritualidad campesina. Asimismo, por constituir una síntesis de la historia de la provincia representada a través de la música y la danza; y por cumplir un importante rol para la transmisión de la memoria local y la construcción de la identidad de las comunidades que la practican.
Warakeros de Sandia
Procedente de la provincia de Sandia, esta danza fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación, el 16 de noviembre de 2018, por tratarse de una práctica musical y dancística representada con una indumentaria tradicional de gran contenido estético y simbólico, que cumple un rol central en importantes procesos de socialización entre las comunidades de la provincia, constituyendo un mecanismo de evocación de la memoria histórica local y un medio de celebración del ciclo agrícola y la fertilidad.
k’ajelo
Declarada Patrimonio Cultural de la Nación, el 3 de julio de 2018, esta danza originaria de las provincias de Puno, El Collao y Chucuito, constituye una forma de música y danza que condensa los ideales de fuerza y bravía que definen la identidad del pueblo aimara, que tomó forma en medio de un contexto de intercambios económicos y culturales generado durante el período histórico virreinal. También constituye un elemento fundamental de la identidad de las comunidades en que es practicado, particularmente en el distrito de Pichacani y su capital Laraqueri, así como en el panorama musical del altiplano peruano.
Los Unkakus
Surgida de las comunidades campesinas de Pacaje, Tantamaco-Ninahuisa y Ccatacancha, del distrito de Macusani, provincia de Carabaya, esta danza fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación, el 12 de junio de 2018, por ser una manifestación cultural que refleja la estrecha relación de la población con su historia y cultura local a través de narraciones orales, lo que permite a los danzantes y a la comunidad reforzar y reproducir los lazos de identidad. Asimismo, por ser muestra de la unión permanente e inherente entre los seres humanos y la naturaleza, lo cual se refleja en el respeto del medio ambiente necesario para el desarrollo productivo local.
Wapululos
Reconocida como Patrimonio Cultural de la Nación, el 31 de enero de 2018, esta danza de la provincia de Lampa, constituye una expresión festiva y ritual en que la música y la danza de las comparsas de Wapululos constituyen los medios indispensables para celebrar la renovación de la vida, la prosperidad de las cosechas y la abundancia del ganado, convirtiéndose en un ícono para la identidad local en el ámbito tanto regional como nacional.
Llipi Pulis
Esta danza de la Comunidad Campesina de Ccapalla, distrito de Ácora, provincia de Puno, fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación, el 22 de mayo de 2017, por tratarse de una manifestación que fortalece la identidad y memoria colectiva vinculada a la actividad ganadera, en particular de la captura y esquila de la vicuña, desarrollada desde época prehispánica hasta la actualidad. Asimismo, por presentar rituales relacionados con actividades productivas que demuestran la relación estrecha entre la población aimara y su entorno.
Q’arapulis o Quena-quena
El Ministerio de Cultura declaró Patrimonio Cultural de la Nación, el 8 de mayo de 2017, a esta danza originaria del distrito de Juli, provincia de Chucuito, por tratarse de una expresión cultural que evoca el posicionamiento del reino aimara Lupaqa en la meseta del Collao, así como el afianzamiento de Juli como centro de articulación política, económica y religiosa que estableció y fortaleció el intercambio de la población aimara con diferentes grupos culturales durante la época prehispánica y el período colonial, siendo de este modo una manifestación de la memoria e identidad local.
Ayarachi
Surgida en el distrito de Cuyocuyo, provincia de Sandia, esta danza fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación, el 11 de enero de 2017, por tratarse de una particular expresión regional de una antigua manifestación en la que confluyen música, danza y creación artesanal en unan organización compleja, con una original estética visual que ha sido salvada del olvido por acción de sus portadores conscientes de su importancia para la identidad cultural del departamento de Puno y de todo el país.
La Chacallada
Declarada Patrimonio Cultural de la Nación, el 16 de mayo de 2016, esta danza del distrito de Chucuito, constituye una expresión cultural muy arraigada y emblemática de la identidad de la población local. Esta danza forma parte de un sistema ritualizado de uso del espacio agrícola que mantiene su vigencia como representación de la cosmovisión de una comunidad compleja, influenciada por varias culturas durante siglos.
Chacareros-Lawa K’umus
Esta danza, que se practica en el distrito de Ácora y algunos pueblos del distrito de Platería, en la provincia de Puno, fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación, el 20 de abril de 2016, por tratarse de una manifestación de los profundos vínculos que enlazan expresiones artísticas, prácticas rituales de manejo y control de tierras, y un sentido de veneración y respeto por la naturaleza que viene de una cosmovisión propia de la cultura aimara y heredada del pueblo Lupaqa.
Wifala San Francisco Javier de Muñani
Se trata de una danza de larga tradición, en la que convergen influencias culturales de los diversos grupos humanos que ocuparon esta área, así como, por ser expresión cultural significativa y portadora de identidad para los pobladores del distrito de Muñani, de la provincia de Azángaro. Por ello fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación, el 14 de enero de 2015.
Saraquenas y Novenantes
Originaria del distrito de Santiago de Pupuja, provincia de Azángaro, esta danza fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación, el 30 de octubre de 2014, por ser clara expresión de una forma de vida estrechamente vinculada a la naturaleza, por conservar prácticas rituales de origen ancestral andino como de origen europeo, y por dar cuenta de la fuerza creativa de los pobladores de Santiago de Pupuja, todo lo cual hace de estas danzas un elemento central de la identidad local.
Wifala de San Antonio de Putina
Declarada Patrimonio Cultural de la Nación, el 26 de setiembre de 2014, esta danza surgida en la provincia de San Antonio de Putina, constituye una danza de gran complejidad coreográfica que pone en escena la capacidad creativa, la alegría y el vigor de sus participantes, al mismo tiempo que muestra una vestimenta tradicional particular que refuerza la identidad cultural de sus pobladores.
Pandilla Puneña
El Ministerio de Cultura declaró, el 20 de agosto de 2012, Patrimonio Cultural de la Nación a esta danza de la provincia de Puno, por ser una manifestación significativa en la tradición artística de la región Puno. Nacida del sector medio urbano, ha mantenido los rasgos que reflejan su origen social y cultural, al tiempo que ha podido ser adoptada, en virtud de su belleza y vistosidad, por los diversos sectores sociales y regionales de Puno, convirtiéndose así en un factor de integración cultural.
Qashwa de Machuaychas y Chiñipilcos de la fiesta de San Sebastián
Originaria de la ciudad de Juliaca, provincia de San Román, esta danza reconocida como Patrimonio Cultural de la Nación, el 5 de setiembre de 2011, por manifestar a través de su tradición oral, su música y su organización festiva y coreografía, la rica y compleja historia de una región, además de ser muestra de la supervivencia de una tradición prehispánica, transformada por la cristianización y la historia local republicana, constituyéndose así en una manifestación de gran significado como fuente de identidad para la colectividad de la ciudad y el distrito de Juliaca.
Sikuri
El 14 de noviembre de 2003 fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación esta danza que reúne a una agrupación de personas que interpretan colectivamente el arte de la práctica del Siku, manifestación tradicional que forma parte de nuestra identidad regional y nacional.
Qanchis de Ayaviri
Esta danza es la más reciente en obtener el reconocimiento como Patrimonio Cultural de la Nación, el 7 de abril de 2022 y es originaria del distrito de Ayaviri, provincia de Melgar. Su declaratoria responde a que entrelaza aspectos como la representación de la etnia Qanchis, fundadora mítica del Cusco; el culto mariano a la Virgen de la Candelaria, de gran importancia en el altiplano andino; así como el complejo ritual k’intuska y la representación teatralizada de las actividades de siembra, cosecha y carnaval, tratándose en ese sentido de una expresión que resume algunos de los motivos centrales de la memoria, historia y tradición de Ayaviri.
Llamerada puneña
Declara Patrimonio Cultural de la Nación, el 1 de febrero de 2024, la Llamerada puneña fue reconocida por tratarse de una muestra de la diversidad artística del ámbito andino que mantiene vigente la memoria histórica, constituyendo así una expresión de profunda valoración del rol de los arrieros de camélidos en la historia del territorio altiplánico.
Del mismo modo, la distinción responde a que este baile evidencia el carácter transfronterizo del mundo espiritual y festivo popular de los Andes, cuyas prácticas artísticas entrelazan a los países de la región. Estas son algunas de las danzas emblemáticas que evidencian por qué a la región Puno se la reconoce como la «Capital del folclor peruano». (Andina)
YCQ.