Cada 24 de junio, la región de Puno se viste de tradición para celebrar el «Señalado» de ovejas, una festividad ancestral que honra a San Juan Bautista, considerado el protector del ganado. Esta singular práctica no solo es un rito religioso, sino que refleja la profunda conexión espiritual y cultural de las comunidades andinas con la tierra y sus animales, una muestra viva de la cosmovisión altiplánica.

Ritual de ofrenda, adorno y marcaje simbólico.

La jornada comienza con una solemne ofrenda a la Pachamama (Madre Tierra), un gesto de respeto y gratitud por la vida y la producción que ella provee. Posteriormente, cada oveja es cuidadosamente adornada con tintes naturales, cintas de colores y pompones, transformando el rebaño en un vibrante mosaico.

Un elemento central del ritual es un pequeño corte en la oreja de cada animal, que sirve como marca familiar distintiva. Además, el lomo de las ovejas está pintado con «tikacha» en colores vivos como rojo, verde y amarillo. Este acto no es meramente estético; simboliza el agradecimiento por las bendiciones recibidas durante el año y se convierte en una petición de prosperidad para el rebaño en el ciclo venidero.

Resistencia cultural en el altiplano.

Esta hermosa tradición, que perdura en comunidades de Azángaro, Huancané, Lampa, Juliaca y otras zonas del altiplano, es una poderosa demostración de la resistencia cultural y el profundo vínculo entre el hombre andino y su entorno. Es una manifestación palpable de cómo las tradiciones ancestrales se mantienen vivas, transmitiendo valores, creencias y un sentido de identidad de generación en generación, asegurando que el legado cultural de Puno continúa mirando.

(E.C)