El agro es considerado como uno de los sectores productivos más importantes de la economía nacional. Sin embargo, el desarrollo económico del país no ha sido equitativo con este sector, inclusive, el agro ha pasado por etapas de supervivencia y ha sido vinculado con la pobreza. La segunda reforma agraria busca cambiar radicalmente esta situación.

La reforma agraria, en su segunda edición, ya está en marcha. Esta iniciativa, que forma parte de la propuesta gubernamental del presidente de la República, Pedro Castillo, comenzará a implementarse a partir de esta semana, con la publicación de un decreto que declara en emergencia al agro nacional.

“Esta es la primera medida que pondremos en marcha para ejecutar la reforma agraria. Este miércoles podremos en agenda el debate y la aprobación de un decreto supremo que declara en emergencia el agro. Todos somos conscientes de la crisis que atraviesa este sector debido a varios factores, uno de ellos la crisis sanitaria, que ha empobrecido a los agricultores peruanos, quienes trabajan duramente para poner los alimentos en la mesa de nuestros hogares”, afirmó el jefe del Gabinete de Asesores del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri), Javier Bobadilla.

Agregó que la gran mayoría de los productores, especialmente de la agricultura familiar, se ha ido descapitalizando debido a la contracción de los mercados y a una inadecuada comercialización de sus productos. “Esto ha generado graves problemas en el campo y ahora los productores no cuentan con los recursos económicos para sembrar”, refirió.

Asimismo, refiere el funcionario, en los últimos meses los precios de los fertilizantes se incrementaron significativamente, lo que obligó al Estado a tomar medidas drásticas para que esta situación no afecte la actual campaña agrícola. “Los costos de producción aumentan y los rendimientos son muy bajos. Debemos cambiar esta situación”.

Medidas

Por ello, el Midagri vio necesario declarar en emergencia nacional al sector agrario. En ese sentido, en una reunión realizada recientemente entre todos los sectores agrarios del Perú y la participación de las autoridades del Poder Ejecutivo, Poder Legislativo y representantes de los diversos gremios agrarios del país, la iniciativa obtuvo un unánime respaldo.

“Es una medida inmediata para que todo el sector agrario desarrolle acciones tanto financieras como normativas y organizativas y así poder atender la emergencia y evitar que, en un mediano plazo, el país quede desabastecido”, asevera Bobadilla.

Además, se está elaborando un paquete de 10 decretos supremos relacionados con el financiamiento agrario, la conservación de los recursos naturales, la seguridad hídrica, es decir, temas realmente fundamentales para el desarrollo de la agricultura en el Perú. “La aprobación de estas normas nos permitirán salir de esta crisis”.

La segunda reforma agraria debe ser vista como un sinónimo de prosperidad, de bienestar de las familias del campo, de generación de ingresos y generación de empleo. Es decir, se debe convertir al agro en un pilar fundamental del desarrollo nacional.

“Tiene gran incidencia en la cadena productiva, en la cosecha, en el acopio, en los sistemas de comercialización, en el valor agregado; estamos hablando de más de 12 millones de peruanos involucrados en la producción y comercialización del sector agrario, más de un tercio de la población”, comenta Bobadilla.

No obstante, también comprende un gran bolsón de pobreza. “Es aquí donde debemos trabajar juntos para acabar con esta situación y convertir al agro en un sector próspero para que las familias campesinas no sean consideradas sinónimo de pobreza”, refiere.

En ese sentido, el funcionario destacó dos temas que la segunda reforma agraria abordará. El primero es el referido a los máximos rendimientos productivos y el segundo es una buena articulación al mercado.

 “En el primer caso, significa alcanzar la máxima capacidad productiva de una hectárea. Por ejemplo, una hectárea debe producir entre 35 y 40 toneladas; no obstante, los pequeños agricultores que cuentan con terrenos de esas dimensiones solo cosechan entre cinco a seis toneladas. Lo mismo sucede con el maíz (12 toneladas por hectárea), la palta (12 toneladas por hectárea)”, detalla.

Este cambio significa tecnología, un buen manejo de la preparación de los terrenos, el uso de semillas de calidad (material genético), un buen trabajo de fertilización, control sanitario y así lograr una cosecha satisfactoria.

Con relación a la articulación de mercados, el jefe del Gabinete de Asesores del Midagri sostiene que se deben promover alianzas estratégicas entre los pequeños agricultores con los sectores que abastecen tanto el mercado interno como el externo.

“Esto significa comprometer a las grandes empresas, a las medianas, a las cooperativas, asociaciones, exportadores y todos los que participan en el sector y cuentan con el conocimiento necesario para impulsar a los pequeños productores”, sostiene.

En ese sentido, exhortó a las autoridades legislativas a promulgar normas que promuevan este tipo de alianzas estratégicas, las que serán de vital importancia en la industrialización de la agricultura. (Andina)

R.C.M.

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