
El Perú cierra el año con uno de sus desafíos sanitarios más persistentes: la anemia infantil. Pese a más de una década de programas y campañas, el país no logra consolidar una política estable que garantice continuidad, metas claras y una gestión sostenida. La prevalencia nacional permanece por encima del 43%, según las cifras oficiales más recientes, con regiones que superan incluso el 70%, un escenario que especialistas consideran alarmante porque condiciona el desarrollo físico y cognitivo de toda una generación.
Para comprender por qué el país avanza tan poco, es necesario mirar más allá de los suplementos, revisar la calidad de la gestión del primer nivel de atención y analizar los cambios recientes en los criterios técnicos que, como advierten nutricionistas, han dejado temporalmente a un grupo de niños fuera de la suplementación gratuita. El cierre de año muestra que la anemia es más que una enfermedad: es una expresión directa de la pobreza estructural, las brechas de acceso a agua y saneamiento, la desigualdad alimentaria y la debilidad del sistema de salud.
La anemia persiste en el Perú
El exministro de Salud, Hernando Cevallos, sostiene que el Perú no ha logrado consolidar una política estable contra la anemia porque opera con programas desarticulados, enfoques que cambian según cada gestión y ausencia de un plan que trascienda gobiernos. Explica que el país no puede avanzar mientras siga tratando la anemia como un problema que se resuelve únicamente con suplementos. Para él, la política debería ser integral y apuntar a tres dimensiones: garantizar cobertura real de micronutrientes, asegurar una alimentación adecuada para cada etapa de vida y enfrentar las condiciones estructurales que mantienen a millones de peruanos expuestos a enfermedades.
El exministro detalla que la cobertura de micronutrientes solo funciona cuando el Estado sale al territorio y cuando existe un sistema permanente de brigadas. Indica que el Ministerio de Salud (Minsa) no debería esperar a que las familias acudan a las postas en fechas específicas, sino llevar los suplementos a comunidades dispersas, casa por casa, para evitar que miles de niños queden fuera del seguimiento. Sin esa logística, afirma, la cobertura real nunca coincide con la cobertura registrada. Según datos del Repositorio Único Nacional de Información en Salud (Reunis) del Minsa, solo un 34,7% de niños entre 6 y 11 meses fueron tamizados por anemia a julio de este año.

A ello se suma la ausencia de una política sólida de alimentación. Explica que mientras la población no tenga acceso a alimentos nutritivos y disponibles de forma estable, las cifras difícilmente se moverán. “El país continúa con bolsones de anemia que superan el 70% y esto no se está tomando con la urgencia que merece”, señala. Para él, la falta de acceso a alimentos de calidad, la debilidad de la agricultura familiar y la escasa comercialización de productos nutritivos contribuyen a mantener las cifras estancadas.
La enfermedad en cifras
Según la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES), el 43,7% de niños menores de 3 años presenta anemia, un aumento respecto del 43,1% registrado el año previo. Pero el dato más inquietante proviene del primer semestre de 2025, donde la prevalencia llega a 45,3%, es decir, 1,6 puntos porcentuales más que la cifra anual previa. Todo indica que, en lugar de avanzar, el país retrocede. “Es bastante preocupante porque en vez de ver un retroceso vemos un incremento. La tendencia está hacia el alza”, señala Jessica Huamán, coordinadora de la Plataforma por la Seguridad Alimentaria (PSA) y nutricionista especializada en el tema. Y no solo en niños: las gestantes y mujeres en edad fértil también muestran incrementos, lo que compromete la salud de los bebés incluso antes del nacimiento. »Preocupa porque al final termina comprometiendo futuros de niños y niñas», afirma la experta.
Además, regiones como Puno, Loreto, Cajamarca y Huancavelica continúan presentando los indicadores más altos. En zonas rurales, los porcentajes superan el 60% y, en algunos distritos, es posible encontrar valores superiores al 70%. Según especialistas, estas brechas revelan un problema que está lejos de resolverse solo con suplementación.
El mapa de la anemia es también un mapa de la pobreza. El exministro advierte que existen regiones con más del 60% de población viviendo con ingresos inferiores a S/ 436, lo que limita gravemente la capacidad de acceso a alimentos variados y saludables. Existen zonas donde los alimentos de origen animal son escasos o muy costosos. A esto se suman altos niveles de desnutrición y malnutrición, condiciones que agravan el déficit de hierro y aumentan la vulnerabilidad de los niños frente a infecciones. Según la ENDES 2024, la desnutrición crónica afectó al 12,1% de los niños menores de cinco años en el Perú. Esta cifra representa un incremento de 0,6 puntos porcentuales con respecto a 2023, lo que muestra que la mejoría en desnutrición también se ha ralentizado y, en algunos casos, retrocede.
A ello se suma un escenario de inseguridad alimentaria. Según datos del Programa Mundial de Alimentos (WFP) y las Naciones Unidas, alrededor del 51,7 % de la población peruana vive en inseguridad alimentaria moderada o severa, lo que equivale a más de 17 millones de personas que no acceden de forma regular a una alimentación adecuada o suficiente. Los hogares más pobres optan por dietas poco balanceadas. “El plato está lleno de carbohidratos, harinas y le falta proteínas y alimentos ricos en hierro”, explica Huamán.
El panorama es complejo porque coloca a miles de familias en un ciclo que se retroalimenta: pobreza, baja calidad alimentaria, exposición a enfermedades infecciosas, poco acceso a agua segura y escasos controles de salud. Según Cevallos, mientras el país mantenga tasas elevadas de parasitosis, hacinamiento y falta de agua potable, no habrá estrategia que logre reducir significativamente la anemia. Huamán coincide: “Muchas cisternas no brindan agua inocua. Acá hablamos de agua contaminada, no solo con parásitos, sino también pueden ser contaminadas con bacterias como coliformes fecales, lamentablemente”.
Desabastecimientos, distancias y poca capacidad de respuesta
Cevallos sostiene que las fallas del primer nivel de atención revelan un problema más profundo: “El Perú no tiene un verdadero sistema de salud, sino un conjunto de atenciones segmentadas y fragmentadas”. Recuerda que la atención primaria no solo implica fortalecer postas o aumentar el personal, sino cambiar el enfoque hacia el cuidado del ciudadano sano. Sin ese cambio, la mayoría de personas seguirá llegando al establecimiento únicamente cuando ya presenta síntomas. Para el exministro, este patrón resume la lógica de todo el sistema: “Respondemos cuando la crisis ya está encima, pero no invertimos de manera sostenida en prevención”. La anemia, dice, es parte de esa misma inercia. Por ello, advierte que sin reorganización del personal, fortalecimiento de laboratorios, seguimiento comunitario y acceso equitativo, ningún avance será duradero.
Explica que se requiere un sistema que permita que miles de brigadas visiten a la población de manera regular, detecten signos tempranos, verifiquen si la familia está bien alimentada, si el agua es segura, si los alimentos se conservan adecuadamente y si los controles del niño se realizan a tiempo. El país, sin embargo, carece de laboratorios cercanos y reactivos suficientes. También tiene un déficit histórico de personal de salud, lo que limita la capacidad para detectar caídas en los niveles de hemoglobina o para garantizar un seguimiento efectivo.
La modificación de los puntos de corte y el riesgo de que niños queden fuera
Durante el cierre de este año, uno de los puntos de mayor debate técnico provino de la actualización de los puntos de corte de hemoglobina. Nuevas directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS) modificaron el umbral de hemoglobina de 11 g/dl a 10,5 g/dl para niños menores de 2 años. Con ese ajuste, cientos de niños que antes eran considerados anémicos dejaron de serlo en el papel, perdiendo acceso a suplementación gratuita. “Ha quedado un grupo de niños en el aire. Antes recibían suplemento; ahora ya no califican. Y una familia difícilmente puede asumir un hierro polimaltoso de S/ 60”, advierte Huamán.

Cevallos coincide en que cualquier modificación de criterios debe acompañarse de controles oportunos, seguimiento cercano y entrega accesible de micronutrientes. Afirma que es indispensable monitorear a los niños cuyos niveles empiezan a descender, antes de que desarrollen anemia.
Anemia y obesidad: las dos caras de una misma moneda
La anemia, además de ser un problema estructural, se manifiesta de forma distinta según la etapa de vida. El nutricionista Omar Inca explica que en los niños los síntomas suelen pasar desapercibidos: pérdida del apetito, distracción, fatiga, dificultades respiratorias y bajo rendimiento escolar. En gestantes, el riesgo aumenta por la mayor demanda de hierro y los síntomas pueden confundirse con molestias típicas del embarazo.
Inca precisa que, especialmente en la ciudad, la anemia puede coexistir con la obesidad, un fenómeno conocido como doble carga. Esto ocurre cuando una persona tiene exceso calórico pero bajo consumo de micronutrientes. Un niño o adulto con sobrepeso puede no alcanzar sus requerimientos de hierro o vitaminas y, aun así, estar en riesgo. La obesidad, recuerda, no es sinónimo de nutrición adecuada. Según UNICEF, el 38,4% de niños, niñas y adolescentes de entre 6 y 13 años presenta sobrepeso u obesidad, una prevalencia alta que evidencia un consumo calórico excesivo pero pobre en micronutrientes esenciales.
Regiones críticas y brechas
Frente a regiones con cifras especialmente elevadas, Cevallos señala que los resultados no mejorarán mientras persistan la miseria, el hambre, el desabrigo y la falta de servicios básicos. Indica que las soluciones deben incluir acceso a una mejor calidad de vida, trabajo digno y fortalecimiento del Ministerio de Salud en todos sus niveles. Para él, no se trata solo de reforzar postas, sino de redistribuir adecuadamente los recursos humanos, instalar laboratorios cercanos y garantizar que las comunidades más alejadas reciban atención continua.
»Puno, Loreto y Apurímac son regiones que en los últimos años siempre están en el top tres de las regiones con mayor prevalencia de anemia en menores de 3 años y esta situación no cambia», manifiesta Huamán e indica que debe existir una intervención diferenciada. Según el exministro, factores como el aislamiento geográfico, inseguridad alimentaria, transporte limitado y ausencia de agua segura hacen que dichas regiones no puedan ser atendidas con la misma estrategia que Lima Metropolitana. Sin embargo, señala que un plan integral requiere una política de Estado, algo que el país aún no consigue consolidar.
¿Qué sigue para el 2026?
Al cierre del año, los especialistas coinciden en que la anemia continúa siendo uno de los indicadores más representativos de las brechas del país. Para ellos, las cifras deberían haber generado ya una respuesta de emergencia sostenida, pero los cambios de gestión, la falta de recursos y la ausencia de una política de largo plazo han impedido que el problema se ataque de raíz. Cevallos señala que mientras el Perú no conciba la salud como un derecho y no como un gasto, los avances serán frágiles. Para él, lo esencial es construir una política de Estado que perdure más allá de los gobiernos, libre de corrupción y sin rotación constante de funcionarios. También insiste en que la comunidad debe participar en un esquema sólido de atención primaria, algo que aún no existe en el país.
Por su parte, la nutricionista Huamán señala la inestabilidad en el Ejecutivo como un principal problema. »No se sabe si este nuevo gobierno, el que está actualmente o el que viene, va a instaurar una nueva meta para reducir la anemia. Cada político cambia el objetivo. Debe considerarse como una política de estado y que el objetivo sea uno y que no se cambie. Además del trabajo ligado con gobiernos regionales y locales», precisó. La anemia, al final, es un reflejo del tipo de país que somos. Si la pobreza, la desnutrición, la falta de agua segura, el hacinamiento y la debilidad institucional no se enfrentan de manera integral, el Perú seguirá cerrando cada año con cifras similares. Y con ellas, seguirá »hipotecando el desarrollo de sus niños», como señaló el exministro Cevallos. La República se contactó con el Ministerio de Salud (Minsa) para solicitar descargos acerca de las cifras de anemia y si existe un plan de acción adicional para frenar el incremento de casos. Al cierre de esta edición, no obtuvo respuesta. (LR)
YC.
