Si viéramos así la política, los politiqueros que conducen el país ya no serían necesarios. Y así como en 1824 nos liberamos del yugo colonial, que el 2024 sea el inicio para liberarnos del yugo mental y material que nos impide ser de nuevo una gran nación. ¡Feliz 2024, Perú!

Una vieja forma de hacer política ha volado por los aires. Es un tipo de política que se resiste a evolucionar porque pingües intereses la sujetan. Es el concepto de la política como la voluntad para alcanzar y conservar el poder como única vocación teleológica. Y ese es el leitmotiv vital de toda la partidocracia peruana actual.

Es hora de lanzarlos al basurero de la historia. Porque nuevos retos y riesgos nos enrostran la obligación de entender y afrontar esos fenómenos sociales y hasta climáticos: ¿cómo debemos enfrentarnos a la criminalidad internacional?, ¿cómo debemos impulsar una economía en todas las regiones que nos beneficie a todos?, ¿cómo dejar de caer en el abismo de una crisis política sistémica?, y ¿cómo afrontar las periódicas crisis climáticas con anticipación y éxito?

R.C.M.

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