Si la acción de los que ahora luchan por la democracia y la libertad no le cerramos el paso a opciones autoritarias estaremos atrapados nuevamente entre el neocastillismo y el neofujimorismo, con ellos posiblemente en la cárcel, pero igual gobernando desde sus cómodas prisiones en la impunidad absoluta.

Estar “hasta las caiguas” significa entre nos ‹estar muy mal›. Es algo así, como el estado natural en el que se encuentran los que conducen este régimen: ejecutivo, legislativo, poder judicial, los partidos, los gremios empresariales (por omisión) y medios de comunicación incluidos (por alcahuetes), y que pone en manifiesto la última encuesta de IEP. Pero también están “hasta las caiguas” –para ser justos—los de la oposición por su inacción y miopía política, los “caviares” que han desaparecido como por arte de magia (¿o será que no existen y que están en el subconsciente de los fachos de izquierda y de derecha, que ya quisieran copar este espacio por la rentabilidad política o económica que confiere?), los gremios sindicales, los colectivos, los autoconvocados y las coaliciones democráticas que en lugar de juntarse se multiplican y creen que la política solo se hace en Lima.

R.C.M.

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