El régimen de dictadura parlamentaria y de vaciamiento democrático que vivimos es muy frágil. Su cohesión interna se laxa cada día. Si ese rechazo mayoritario pasivo se convirtiera en activo, el gobierno de Dina no duraría sino pocos días. En contraparte, la desconfianza y decepción ciudadanas reclaman una nueva oferta política desde fuera de la partidocracia. Pero es esencial una gran coalición democrática y debe persistirse en el que se vayan todos y el adelanto de elecciones generales.

2023 será recordado como un annus horribilis para el Perú, un año negro de inicio a fin, un auténtico calvario de 365 días desde el enero sangriento hasta este diciembre nefasto que ya se termina.

La deriva de Dina Boluarte de permanecer a cualquier precio en el poder solo ha exacerbado la crisis política, y ha confrontado al gobierno a sus propias contradicciones. ¿Cómo es que un Poder Ejecutivo, respaldado plenamente por la casi totalidad de las bancadas congresales, termina el año más débil que nunca, con una aprobación por los suelos? Dina (y Otárola) hipotecaron su dignidad y su futuro al Congreso para poder durar, pero termina el año con un proyecto de vacancia en su contra.

R.C.M.

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