El proyecto minero Dominga, en el norte de Chile, todavía no está construido: no hay camiones, ni relaves, ni grúas. Pese a ser todavía una ilusión y estar solo sobre el papel, este yacimiento ha llevado al presidente, Sebastián Piñera, a los Pandora Papers y ha puesto en jaque su Gobierno.

Bajo unas lomas en la región de Coquimbo, a 500 kilómetros de Santiago, se esconde una de las reservas de hierro y cobre más grandes de Chile, el primer productor cuprífero del mundo.

Allí estará emplazada Dominga, una mina de la compañía chilena Iron Andes que prevé una inversión de 2.500 millones de dólares para extraer minerales durante 22 años.

Este proyecto, que ya arrastraba una década de polémicas ambientales por su cercanía a una reserva natural única en el mundo, está desde el domingo en el ojo del huracán por haber sido presuntamente vendido por la familia Piñera en las Islas Vírgenes Británicas.

Según reveló el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés), los Piñera eran los principales accionistas de Minera Dominga hasta que en 2010 la adquirió un empresario y amigo del presidente por 152 millones de dólares, 138 de los cuales se negociaron en el paraíso fiscal. (RPP)

R.C.M.

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