
La intensa lluvia que azotó Juliaca el pasado miércoles 12 de marzo no solo inundó calles, sino que también desbordó la creatividad y el espíritu emprendedor de sus habitantes. Ante la necesidad de cruzar las anegadas intersecciones de los jirones Benigno Ballón y San Martín, los juliaqueños demostraron una vez más su capacidad para convertir la adversidad en oportunidad.

De botas alquiladas a triciclos solidarios
Un joven de 25 años fue el primero en ingeniárselas, ofreciendo el alquiler de botas por un sol para facilitar el paso de los peatones. Sin embargo, un traspié lo dejó fuera de servicio temporalmente. Ante la ausencia del «servicio de botas», un triciclista tomó la posta, ofreciendo traslados por la misma tarifa. La demanda fue tal que pronto se sumó otro triciclo, y luego un taxi, un vehículo particular y hasta una combi, todos ofreciendo sus servicios de transporte improvisados.

Espíritu emprendedor y solidario
La competencia hizo que los precios se ajustaran, llegando a ofrecer el cruce por tan solo 50 céntimos. El joven de las botas regresó, también ajustando su tarifa, y comerciantes locales aprovecharon para vender bolsas de plástico como calzado improvisado.

Un ejemplo de resiliencia
A medida que el agua comenzó a ceder, la oferta de servicios disminuyó, pero la imagen de los juliaqueños ayudándose mutuamente perduró. Este episodio refleja la resiliencia y el ingenio de una comunidad que, ante la adversidad, encuentra formas creativas de salir adelante.
