
El ultimátum de la juventud es claro: no están pidiendo un cambio cosmético; están exigiendo la dignidad de un país que se respete a sí mismo. Que el Congreso y las mafias que lo soportan tomen nota: la paciencia peruana, y en especial la de su generación más joven, se ha agotado.
Asistimos a un nuevo capítulo en nuestra prolongada crisis política. El grito de las calles —antes disperso— ha encontrado una voz unificada y potente: la de la Generación Z. Jóvenes menores de 30 años, hiperconectados y hastiados han tomado el centro de Lima para lanzar un ultimátum que resuena en los pasillos del poder: la dimisión de la presidenta Dina Boluarte.