Julio Arbizu Gonzáles, exprocurador de la nacional, se ha referido a los últimos hechos relacionados con temas judiciales. En primera instancia se ocupó de la actuación del Tribunal Constitucional respecto a los delitos de Keiko Fujimori.

Arbizu Gonzáles ha señalado que “el gran problema que enfrentamos hoy es que, desde hace bastante tiempo, el Parlamento en alianza con sectores del Ejecutivo ha ido capturando progresivamente todas las instituciones del Estado” Este proceso no ha sido casual: tiene un fin muy claro, el de limpiar el camino para las fuerzas antiderechas, antidemocráticas y profundamente conservadoras.

Estas fuerzas, representadas por una derecha bruta y acorralada, con rasgos de fujimorismo y autoritarismo, vienen avanzando paso a paso. Lo han hecho mediante decisiones del Tribunal Constitucional, pero también a través de maniobras políticas destinadas a impedir o eliminar cualquier candidatura que pueda significar una verdadera alternativa al modelo que ellos defienden. El propósito final es evidente: preservar y extender su poder.

Por otro lado, Julio Arbizu dijo que lo que está ocurriendo con Guillermo Bermejo es, francamente, alucinante. Más allá de las preferencias que podamos tener con él —porque es cierto que ha tenido posturas políticas erráticas, pasando por Perú Libre y luego distanciándose—, lo que aquí debemos subrayar es algo mucho más grave.

El grupo que hoy detenta el poder, habiendo capturado prácticamente todas las instancias de decisión, está intentando reavivar el fantasma de Sendero Luminoso. ¿Y a quién beneficia ese fantasma? A ellos mismos. Ese fenómeno ya no existe, pero siguen utilizándolo como un recurso político: el prurito del “terrorismo”, la etiqueta de “apología”, o la acusación de “filiación” se han convertido en herramientas para castigar a cualquiera que disienta del discurso oficial.

Así, quienes hoy controlan el poder pretenden erigirse en dueños de la verdad absoluta, usando el miedo como arma para silenciar a toda voz crítica y justificar el avance de su proyecto autoritario.

FB