En los últimos 10 años, el crecimiento de la economía peruana ha sido insuficiente para mantener el ritmo de progreso social. Atrás quedaron, las tasas del 6,1% entre el 2002 y 2013 que ocultaban importantes deficiencias estructurales. Según el Banco Mundial, solo si nuestro país implementa reformas audaces, podrá convertirse en uno de ingresos altos en dos décadas. En caso contrario, tardaríamos 64 años en conseguir esta clasificación económica. Con el objetivo de liberar el potencial de expansión del PBI, se necesitan implementar políticas para aumentar la productividad, reducir las disparidades territoriales, mejorar la capacidad institucional y fomentar la igualdad de género.

“Perú ha demostrado un notable progreso en décadas anteriores, pero es momento de retomar la ambición nuevamente. Con reformas audaces y un enfoque en la sostenibilidad y la inclusión, Perú puede desbloquear nuevas oportunidades y asegurar un futuro próspero para todos sus ciudadanos”, señaló Issam Abousleiman, director del BM para Bolivia, Chile, Ecuador y Perú.

Productividad e inversión pública

El estudio “Perú: aprovechando oportunidades para el crecimiento y la prosperidad” resalta que desde el 2013, el aumento de la productividad del sector formal se ha estancado debido al ingreso de compañías improductivas, su débil crecimiento a nivel empresarial y la ausencia de ganancias derivadas de la reasignación de factores. De acuerdo con Fausto Patiño, economista sénior del Banco Mundial y coautor del informe, existen una serie de factores internos y externos que afectan la productividad de las empresas como un sistema de contratación laboral ineficiente, los regímenes tributarios distorsivos, un marco de insolvencia poco obsoleto y otras barreras.

Además, uno de los mayores desafíos del país es superar la inestabilidad política que arrastra hace varios años y que se presenta como uno de los principales obstáculos para el entorno empresarial. Desde el 2016 en adelante, la creciente turbulencia política trajo como resultado: cinco presidentes en los últimos seis años, confianza del gobierno por debajo del promedio regional y constantes cambios en el gabinete.

Sin lugar a dudas, nuestro país tiene el reto de afrontar el deterioro institucional y mejorar la eficacia de la inversión pública. Hacia fines del 2023, más del 40% del total de proyectos con dinero del Estado quedaron abandonados o paralizados. A ello hay que sumarle, las bajas tasas de ejecución, las modificaciones presupuestarias, las demoras administrativas y la atomización de los proyectos.

«Hemos concluido que, mirando todos los proyectos desde el 2012 hasta ahora, el 40% fueron abandonados. Ese es un primer punto. El otro punto es la pandemia, donde todos los peruanos nos dimos cuenta que algo estaba fallando en los programas. Eso también se relaciona con el indicador de eficiencia del gobierno», explicó Antonio Cusato, economista de país del Banco Mundial para Perú. (LR)

YCQ.