Kelly Pineda Sucasaca, productora de granos andinos del distrito de Arapa, decidió dejar su empleo en una empresa privada para dedicarse a la agricultura junto a sus hermanas.
“La pandemia nos llevó al campo; empezamos a ayudar a nuestros padres y nos gustó”, relató. Su objetivo es demostrar que el campo puede generar ingresos y bienestar familiar: “No es solamente irse a la ciudad y tener un trabajo fijo; yo también puedo generar un sueldo en mis tierras”.

Pineda forma parte de una nueva generación que busca demostrar que vivir del campo es posible, pese a la disminución de jóvenes interesados en continuar con la producción agrícola. La productora considera fundamental que más jóvenes retornen al campo, aprovechen los recursos naturales y generen empleo en sus comunidades. Sin embargo, advirtió que el apoyo de las instituciones ha sido limitado, aunque reconoció algunos avances en los últimos años.

Asimismo, destacó que varias empresas extranjeras vienen promoviendo una producción natural, libre de químicos que afectan la calidad de los alimentos. “Creemos que, aunque los químicos hacen crecer las papas más grandes, nuestras papas nativas son más deliciosas”, afirmó.

Para Pineda, apostar por una agricultura limpia y sostenible es clave para fortalecer la economía rural, mejorar la salud alimentaria y frenar la migración hacia las ciudades.

FB