
El histórico club Diablos Rojos de Juliaca ha sido sancionado con el descenso administrativo y una suspensión por tres años, un duro golpe que no fue producto de una derrota en la cancha, sino del abandono de la competencia. El castigo, que impacta a uno de los equipos más emblemáticos de la sierra sur, es contundente y deja un vacío en el fútbol de la región.
La caída de Diablos Rojos no fue una sorpresa para la comunidad deportiva. El equipo altiplánico no se presentó en su último partido frente a Melgar, lo que representó su segundo «walk over» en la Liga 3. Según el reglamento, esta falta acarrea automáticamente la pérdida de categoría y la exclusión del sistema de competencias.
Como resultado, el club no podrá jugar la Copa Perú 2026 ni participar en ninguna competencia oficial por al menos dos temporadas, una parálisis total para una institución con una hinchada apasionada. Aunque venía arrastrando problemas logísticos, el abandono confirma los temores de una gestión sin rumbo. A diferencia de otros equipos que descendieron por resultados deportivos, Diablos Rojos fue castigado por incumplir las reglas básicas del certamen, un caso que recuerda al de Alfonso Ugarte en 2023.
La Liga 3 ha demostrado que no hay espacio para la improvisación, y Diablos Rojos paga el precio más alto: el exilio del fútbol competitivo. Mientras otros equipos ya piensan en el ascenso, Juliaca se queda sin fútbol profesional, un silencio que duele y exige una profunda reflexión sobre el futuro de su club más representativo.
(E.C)