Artur tiene 40 años y trabaja en el Ayuntamiento de Bucha ayudando a la gente a tramitar documentos. Dos años después del inicio de la guerra, confiesa su mayor temor: “Voy a decir la verdad, tengo muchísimo miedo. Es una guerra muy dura, no como antes. No quisiera ir allí, aunque es cuestión de tiempo”. La ciudad cercana a Kiev se convirtió en un símbolo de los actos de barbarie cometidos por las tropas rusas o, como los llaman los ucranianos, “los orcos”, en febrero de 2022.

Cuando las fuerzas rusas capturaron Bucha, Artur se fue con su familia a una provincia cercana. Su hermano gemelo ha estado combatiendo dos años en el frente y ahora se encuentra en la Brigada Número 53, en la zona de Avdiivka, de donde se retiraron las unidades militares ucranianas recientemente. “Al comienzo de la guerra deseaba alistarme en el Ejército”, admite mientras fuma un cigarro tras otro en una de las principales calles de esta población.

Al igual que Artur, el deseo de miles de ucranianos de luchar contra el enemigo en el campo de batalla se ha ido desvaneciendo a lo largo de los dos años de guerra. Cuando Rusia inició su invasión, los ciudadanos de este país se apresuraron a alistarse para defender Ucrania, pero ahora muchos tratan de evitar ser reclutados. (rtve)

ycq.