A pesar de que el Perú ha alcanzado un gasto público récord de 20 mil millones de soles, persisten graves problemas en sectores vitales como salud y educación. Un informe reciente ha revelado que, mientras las cifras de inversión aumentan, la población no ve mejoras significativas, lo que plantea serias dudas sobre la eficiencia y el destino de estos fondos.

Según un análisis de Alpha Asesoría Estratégica, desde 2020, las órdenes de servicio, muchas de ellas otorgadas sin concurso público, han crecido un 20% anual. Solo en 2023, la cifra ascendió a 13.600 millones de soles. Este incremento descontrolado sugiere que una parte considerable del presupuesto se está utilizando para sostener el aparato estatal en lugar de generar beneficios directos para la ciudadanía.

La situación es especialmente crítica en el sector salud. A pesar de un aumento del 250% en la inversión pública en la última década, hospitales como el de Camaná en Arequipa y el Hospital Antonio Lorena en Cusco siguen paralizados desde 2015. Además, las cifras del Ministerio de Salud son alarmantes: en 2024, el 40% de los niños entre 3 y 36 meses padecían anemia, lo que evidencia que el gasto no se está traduciendo en soluciones efectivas.

La educación no se queda atrás. A pesar de que el salario de los docentes se ha duplicado, el nivel de aprendizaje de los estudiantes se mantiene estancado.

La gran pregunta que surge es: ¿dónde están yendo a parar los 20 mil millones de soles del gasto público? La clave, más allá de la cantidad de dinero disponible, parece ser la eficiencia en su ejecución para que los recursos tengan un impacto real y lleguen a quienes más lo necesitan.

R.C.M.

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