Dividido entre el miedo y la esperanza, Chile elige presidente este domingo en una segunda vuelta inédita por la confrontación de dos opciones en las antípodas ideológicas, con proyectos que prometen un cambio al modelo social o el continuismo neoliberal.

El abogado ultraderechista José Antonio Kast, de 55 años, se enfrenta al joven diputado de izquierda Gabriel Boric, de 35 años, la edad mínima para postular a la presidencia en el país sudamericano.

Una última encuesta en línea de la consultora brasileña AtlasIntel, que consultó a 4.062 personas entre el 17 y el 18 de diciembre y tiene un margen de error del 1%, posiciona ligeramente por arriba a Boric, con un 49,4% frente a un 47,4% de Kast.

DOS MODELOS ANTAGÓNICOS

El que fue durante décadas el país más estable de Latinoamérica deberá elegir entre dos candidatos que traen bajo el brazo propuestas más drásticas que las de los grandes bloques de centro-derecha y centro-izquierda que se repartieron el poder desde el retorno a la democracia en 1990.

Diputado de 35 años y líder de una alianza entre el Frente Amplio y el Partido Comunista, Boric tiene un programa que apunta hacia un Estado de bienestar parecido al europeo, con acento feminista y ecologista.

Es el candidato de los «cambios profundos» en materia de pensiones, educación y salud, y representa a la parte de la sociedad chilena que participó en las masivas protestas por la igualdad de 2019, señaló María Cristina Escudero, politóloga de la Universidad de Chile.

En tanto, Kast, católico ferviente y líder del ultraderechista Partido Republicano, es partidario de defender el modelo actual con leves cambios, basado en el neoliberalismo instalado durante la dictadura militar (1973-1990).

Contrario al matrimonio igualitario, al aborto y defensor de cavar una zanja en la frontera para evitar el paso de migrantes irregulares, Kast se ha declarado fan de Jair Bolsonaro y Donald Trump.

Forma parte de un clan familiar que tuvo estrechos lazos con la dictadura de Pinochet y sus promesas de «orden y seguridad» lo llevaron a ser el candidato más votado durante la primera vuelta en noviembre, con un 27,9 % de apoyo.

«Los dos candidatos representan proyectos muy diferentes y están apoyados por partidos muy diferentes en los extremos», señala la doctora en Ciencias Políticas María Cristina Escudero, de la Universidad de Chile.

Nunca antes desde el retorno a la democracia, en 1990, se enfrentan en un balotaje representantes de partidos que no pertenecen ni a la exConcertación de partidos de centro izquierda ni a la Alianza derechista.

Las posiciones más extremas generan esperanza para buena parte de los votantes y temor para otros.

«El comunismo no es bueno ni para la gente pobre, ni para los ricos, para nadie. Soy una persona normal y trabajadora. Me gusta la paz, la tranquilidad y la posibilidad de seguir avanzando lentamente», dice Ricardo Sepúlveda, un jubilado de 75 años y simpatizante de Kast.

Camila Chamblas, profesora de 26 años, votará por Boric. «Hay mucha gente joven que no toma parte en la política, pero las cosas que dice (Kast) son como una continuación» de las políticas de Pinochet, afirma.

La elección, en la que más de 15 millones chilenos están llamados a votar, se ha dado en un tono muy polarizado, con un cruce de cuestionamientos y el despliegue de noticias falsas.

«Esta campaña creo yo que se ha encarado por la clase política de la peor manera (…) con una imagen de polarización que es bastante engañosa», dice a la AFP el analista político Marcelo Mella, de la Universidad de Santiago.

Se trató de «una competencia centrada en desprestigiar al competidor con acusaciones que demostrarían falta de integridad de parte de los candidatos. Eso no es necesariamente polarización, es un mecanismo para generar un efecto visual y ganar esta elección. ¿Pero cuánto se han discutido los problemas que son más importantes para buena parte del país?», se pregunta Mella.

FANTASMA DE LA ABSTENCIÓN

Desde que en 2012 se instaló el voto voluntario en el país, la abstención ha marcado las elecciones chilenas. En la primera vuelta, en la que Kast se impuso con el 27,9% de los votos frente a Boric, que consiguió el 25,8%, la participación alcanzó el 47%.

«Existe una crisis que no es reciente sobre la oferta política en Chile de los partidos, que se expresa en las coyunturas electorales en que difícilmente se ha sobrepasado el 50%», explica Mella.

En esta segunda vuelta, el fantasma de una alta abstención sigue rondando.

«Puede que vaya a votar más gente que se ha movilizado en esta polarización entre proyectos tan distintos pero también puede que vaya a votar menos gente, porque se quedó sin candidato en el centro y decida no ir a votar», agrega la académica Escudero.

«Hemos tenido segundas vueltas bien ajustadas en el pasado, estamos acostumbrados a que (el resultado) sea estrecho», dice.

«Tengo miedo, la verdad. No hay realmente esperanza, porque no me gusta ninguno. No quiero que seamos tampoco un segundo Venezuela, pero tampoco un país de extrema derecha», alega Javiera Otto, trabajadora de Amazon, de 24 años.

COSER LAS HERIDAS DE LA CRISIS SOCIAL

El próximo presidente, que tomará posesión en marzo de 2022 por un período de 4 años, deberá coser las heridas que dejó la crisis social de 2019, una ola de masivas protestas por la igualdad que dejaron una treintena de muertos y pusieron en jaque al Gobierno actual y a las fuerzas de seguridad.

También liderará la implementación de las normas de la nueva Constitución que comenzó a redactarse este año y que podría entrar en vigor en 2022 en caso de aprobarse en un plebiscito de salida.

Otra de los retos más urgentes será el de atender las necesidades de una clase trabajadora apurada económicamente tras la pandemia y a la que se le terminan este año las ayudas sociales, además de encarar una inflación no vista en décadas. (RPP)

R.C.M.

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